Deleitar el Vino Fino Montilla-Moriles es uno más de los regalos que Andalucía y en concreto Córdoba ofrece a propios y extraños.
Es otra muestra de las grandezas de esta bendita tierra en forma de sabor incomparable fruto de un minucioso y tradicional trabajo y proceso que se conserva y transmite a lo largo de generaciones.
Luego, se marida con muchos otros manjares de los cuales damos debida cuenta en los fogones y posteriormente en los platos que van a nuestras mesas en La Cazuela de La Espartería.
Conocer algo más de cómo nace y se produce el Vino Fino Montilla-Moriles:
El ciclo vegetativo para la crianza de la uva de estos vinos se realiza en un clima cálido de inviernos no muy extremos pero con lluvias importantes, y por contra de veranos bastante calurosos y extremadamente secos.
No son más de 5.000 hectáreas las que componen el espacio integrado por esta Denominación de Origen que parte de 1932 y es una de las más antiguas de nuestro país y a la que pertenecen 17 municipios cordobeses.
Los suelos que albergan las cepas son generalmente muy calizos pero su gran ventaja es la capacidad para retener agua, aspecto este importantísimo en la época de altas temperaturas.
Los vinos que se crían en esta D.O son:
- Fino.
- Amontillado.
- Palo Cortado.
- Oloroso.
Una variedad con tendencia a licor que son:
- Pale Cream.
- Cream.
Y por último los dulces:
- Pedro Ximénez.
- Moscatel.
Si nos ceñimos al Vino Fino montilla-Moriles, este se consigue con la uva variedad Pedro Ximénez y utilizando el primer prensado de la misma una vez que se ha conseguido separar las partes sólidas del caldo.
De ahí se procede a su fermentación para dar origen al alcohol manteniéndose durante su primer año de vida en tinaja que es donde producirá las primeras levaduras.
Una vez superada esta fase, le esperan dos años en botas de roble donde habrá de reposar mediante criaderas y soleras.
En La Cazuela de la Espartería, combinamos a la perfección nuestra cocina tradicional y de calidad con la exquisitez del Vino fino de Montilla-Moriles, delicioso compañero de viaje del jamón, el queso, las tapas, el pescado o un plato tan cordobés como el Rabo de toro.
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