La Cazuela
He recorrido tantas veces estas calles,
lugares conocidos del recuerdo cotidiano
ratos de amigos y sus vicios,
el sol reflejando adoquines en el alma.
Puedo reconocer con certeza este olor
sensaciones que se funden en aceite,
los estómagos calmados por la charla.
Hoy quiero contar esos momentos
estaciones, calendarios y liturgias
bien avenidas, bien halladas
de guitarras, santos y poetas.
No sé por qué acabamos amando tanto aquí
lugar de encuentro a medio camino de otros lugares
¿Será por el hombre alto y pálido
que sonríe nuestro culto
o el aroma del sur que alimenta nuestro rito?
¿la música compensada que sacraliza los minutos
o quizá el vino que nos pierde y nos venera,
nos limpia y nos sana para esta ceremonia?
El que hace que hablemos hasta el alba
que creemos y creamos en este espacio
con la calma de la dicha y el candor de otra presencia.
¿O es todo que se mezcla y se calienta
se remueve, se razona y se cuece
a fuego lento en la Cazuela?