Para enumerar las tapas más deliciosas de Córdoba hay que comenzar sin duda por el Salmorejo, el plato de las mil y una versiones, que ha tomado fuerza en los últimos años, tanto dentro como fuera de provincia. Algo tan simple en sus ingredientes como el pan, el tomate, el ajo, el aceite y la sal se ha convertido un manjar al que se añade trocitos de huevo duro, jamón ibérico o pimiento en la receta tradicional, y otras muchas fórmulas en las interpretaciones. Junto a él podría figurar como plato imprescindible el ajo blanco, que en Córdoba es más ligero que en Badajoz y Málaga, y se hace con almendras, ajo, aceite, sal, vinagre y agua.
Otra delicia propia de Córdoba es el flamenquín, que incluso cuenta con su propia Cofradía del Flamenquín, que lo defiende, innova con él, ofrece recetas y se asegura de que otras ciudades no se asignen su procedencia. No podemos perdernos las berenjenas fritas, presentadas sin grasa y crujientes, combinadas con miel o salmorejo. No menos suculento es el rabo de toro, de meloso sabor y salsa tentadora. Tampoco nos vamos a perder las alcachofas a la montillana que añaden en Córdoba a la cebolla, ajo, jamón y azafrán, vino de Montilla. Y no olvidaremos o un curioso plato, un pescado adobado al que llaman Japuta, sorprendente denominación para los foráneos, y que no es otro que la palometa o el bienmesabe, en un adobo de pimentón dulce, orégano, ajo y vinagre.
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