Probablemente no exista un negocio de hostelería en España que no haya sufrido que algún cliente se haya ido sin pagar la cuenta o hacer un “simpa”. Si acabas de inaugurar un bar o restaurante y aún no ha dado tiempo de que te ocurra, estate atento porque la práctica de irse sin pagar está a la orden del día.
En España este fenómeno de “comer y beber gratis” afecta a uno de cada dos restaurantes y se intensifica en épocas donde hay mayor bullicio (fiestas, temporada alta, etc.).
Algunos han hecho del simpa una auténtica profesión
Historias sobre simpas abundan y mucho. Algunas incluso han sido bastante mediáticas como el caso del restaurante de León en el que 120 invitados se largaron de un bautizo a ritmo de conga dejando una cuenta de 2000 euros y sin que los empleados se percataran de la fechoría.
Otras historias pasan más desapercibidas por no ser tan mediáticas, sin embargo los hosteleros que las sufrieron sí las tienen muy presentes.
Tretas para irse de un restaurante sin pagar:
“No nos ha gustado el servicio y la comida”
Algunos alegan que la atención ha sido pésima o que la comida no ha sido de su gusto, o que incluso no estaba en buenas condiciones; y lo utilizan como excusa para negarse a pagar la cuenta. Eso sí, después de dejar los platos limpios como una patena y beberse hasta el agua de los floreros. Generalmente este tipo de personas aprovecha situaciones en las que hay mucha gente en el bar o restaurante; su actitud es la de empezar a reclamar con aspavientos en voz más alta de lo habitual e incluso de pie, para que el resto de clientes se percaten de que hay un problema y estén pendientes de lo que ocurra; continúan con su reclamación de manera persistente hasta que finalmente consiguen que el encargado acceda a que no paguen la cuenta, con el fin de evitar que sigan montando el numerito y espanten a otros clientes.
“Te voy a poner una reseña negativa en internet”
Los hay que presionan al dueño con poner comentarios o reseñas negativas en TripAdvisor, en páginas de gastronomía o en las redes sociales (Facebook, Instagram, Twitter, Youtube, etc.) si no les hacen un descuento importante en la cuenta o incluso que se la deje gratis. Utilizan la amenaza de que tienen muchos seguidores en sus cuentas o muy buen prestigio como críticos y chantajean con hundir la reputación del negocio en internet.
Tras realizar una búsqueda en la red encontramos historias de todo tipo, desde famosos que quieren utilizar su influencia para “comer por la patilla”, pasando por los que se hacen pasar por famosos, hasta los que tienen muy “mala suerte” y siempre se encuentran con un servicio pésimo o una comida nefasta en todos los restaurantes a los que van. Estos últimos se identifican porque absolutamente todas sus críticas en TripAdvisor son negativas.
También hay alguna anécdota divertida como la de una grupo de chavales que a la hora de pagar el cabecilla del grupo dijo al camarero que era un youtuber famoso y que, si no les hacía un descuento, los iba a poner a parir en un vídeo. A lo que el camarero le contestó «¡Pero si esto es un McDonald’s, flipao!». Seguro que el Comité de Dirección de McDonald’s lo pasó fatal por el vídeo que subieron estos youtubers sin seguidores.
Falsas reclamaciones por gastroenteritis o intoxicación alimentaria
Los hay que llegan hasta simular un enfermedad para reclamar una cuenta en un restaurante y pedir una indemnización. Incluso son capaces de ir al médico simulando los síntomas para tener un informe médico y reclamar al restaurante.
Por ideología
Los hay que se van sin pagar de restaurantes caros o que pertenecen a grandes compañías porque “es una manera de luchar contra la precariedad que genera el capitalismo”. Ahora sí, en los bares de barrio nunca harían un simpa.
¿Por qué muchos quedan impunes ante esta práctica?
En la mayoría de las ocasiones porque no los pillan. Y en otros casos, aunque saben que lo que quieren es irse sin pagar, los dejan marchar y no los denuncian, ya que las cantidades no suelen ser muy elevadas y les va a ocasionar más molestias y pérdidas económicas el tener que ir al jugado. Al final lo que el dueño quiere es que se resuelva cuanto antes la situación evitando mayores perjuicios para el negocio.
A esto se suma que las penas por este tipo de infracción no son muy elevadas. En el caso de que te pillen por un simpa de menos de 400 euros se considera una falta de hurto y la pena que te puede caer es una multa. Por encima de ese importe ya es un delito y podría llevar cárcel.
Muchos consideran que irse sin pagar de un restaurante es algo gracioso y no parece un hecho del que avergonzarse. De hecho algunos se han convertido en auténticos expertos en distintas artimañas de cómo irse sin pagar de un restaurante. Las pérdidas que ocasionan los “simpa” al negocio de la hostelería no son ninguna estupidez y desde luego no es para tomárselo a broma.
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